En los últimos tiempos he caminado junto a personas que hacían catarsis en su vida. Rompiendo con antiguos hábitos que tenían su mente encarcelada y buscando experiencias de vida que hagan el camino, cuando menos, gratificante.
Porque al final, esto es un viaje. Muchos pasajeros suben a tu tren en alguna estación y se bajan en la próxima, porque no les gusta el servicio. Otros salen contigo desde la primera estación, pero no pueden llegar al final. Hay alguno que sube en mitad del trayecto, se coloca junto a la ventanilla, discreto y sin llamar la atención. Y de vez en cuando tiene una conversación ligera…..y vuelve a callar. Y pasan las estaciones. Y te das cuenta que, avanzando en el trayecto, te gustaría que ese pasajero en concreto, no abandonase nunca el tren. Porque esas conversaciones ligeras, livianas y puntuales son las que, muy en el fondo, están alegrando tu viaje.