Me tienen el mundo del revés tus ojos. El batir de tus pestañas cuando me miras. Me tiene el mundo del revés tu boca. Cada uno de los besos que me das, despacito. Cuando crees que estoy dormida. Me tienen el mundo del revés tus manos. Esas caricias como aleteos de mariposa, que pasan rozando todos mis temores y mis miedos.
Tengo escondido en cada rincón de mi cuerpo, los “volveré pronto” cuando te vas, los “te llamo en un rato”, los “no me esperes despierta”. Los tengo guardados por si alguna vez no vuelves. Porque en el fondo del pozo de mis miedos, siempre está presente el reflejo del adiós. Me engaño con el espejismo de pensar que podré seguir adelante si te vas y es mentira. O tal vez no. Nadie se queda en el camino tras una despedida. O tal vez sí.
En los recovecos de cada amanecer se esconden las palabras que nunca te he dicho. Los besos que se nos quedan pendientes, porque si no, no te irías nunca. Continúa leyendo aquí
- Había perdido la sonrisa, la pasión… las ganas
- Cuéntame que pasó